Es de sobra conocida la magnífica colección de mantos que posee la imagen de la Virgen de Palomares. Sin embargo, no tenía ninguno de color morado para el tiempo de Cuaresma.
Desde hace unos años, al llegar el Miércoles de Ceniza se le venia cambiado el manto de turno por sendas capas pluviales de damasco y terciopelo morado.
Este año, gracias a la donación de unos hermanos, la Virgen luce un bonito manto penitencial de damasco morado, confecionado desinteresadamente por Manoli Angel Pruaño.
Junto al citado manto y vestidito del Niño Jesús, también ha estrenado una saya donada por las hermanas de la Soledad confeccionada por la misma costurera con la misma tela que estrenase la Virgen de la Soledad con motivo de la declaración del Santuario.