Día a día, a media tarde los bronces de la espadaña de Palomares se encargan de recordar a la localidad que la Virgen espera la visita de sus hijos en el Santuario. Una tradición de siglos que, a pesar de los cambios de los tiempos, aún perdura. Un grupo fiel a esta tradición suele acudir diariamente, otros se acercan siempre que pueden. Lo importante es que gracias a los miembros de la Hermandad de Palomares y al grupo de mujeres del coro, año a año, casi milagrosamente, la tradición sigue adelante. Así sea.