Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo de unos 60 x 90 cm, enmarcada por una caña dorada y protegido por un cristal. Se encuentra en el muro de la epístola, entre el Corazón de Jesús y el altar de la Soledad, pasando la mayoría de las veces desapercibido.
Muestra el Santo Rostro o Santa Faz de Cristo, sobre una leyenda en latín cuya traducción sería: “Verdadera efigie de Ntro. Sr. Jesucristo como fue enviado al Rey Abgaro”, refiriéndose a la leyenda de este antiguo monarca de Edesa. Abgaro, enfermo de lepra, al conocer los prodigios y curaciones que hacía Jesús, le mandó llamar ofreciéndole un puesto en su corte. Según la leyenda, Jesús declinó la invitación diciéndole que iría tras su pasión. Años más tarde, el apóstol Tadeo lleva a Abgaro el rostro de Cristo impreso en el “mandylion” (sábana santa doblada mostrando solo el rostro) sanando al instante.
Como curiosidad, podríamos decir que este cuadro ya aparece en los inventarios de principios de XIX, y que existe uno bastante parecido en un altar de la nave de la epístola de la Catedral de Jerez. Esta representación del rostro de Cristo no es la única que se conserva en la Ermita, ya que entre las alhajas de la Virgen se encuentra un pequeño pelícano de plata con un esmalte de la Santa Faz.
Muestra el Santo Rostro o Santa Faz de Cristo, sobre una leyenda en latín cuya traducción sería: “Verdadera efigie de Ntro. Sr. Jesucristo como fue enviado al Rey Abgaro”, refiriéndose a la leyenda de este antiguo monarca de Edesa. Abgaro, enfermo de lepra, al conocer los prodigios y curaciones que hacía Jesús, le mandó llamar ofreciéndole un puesto en su corte. Según la leyenda, Jesús declinó la invitación diciéndole que iría tras su pasión. Años más tarde, el apóstol Tadeo lleva a Abgaro el rostro de Cristo impreso en el “mandylion” (sábana santa doblada mostrando solo el rostro) sanando al instante.
Como curiosidad, podríamos decir que este cuadro ya aparece en los inventarios de principios de XIX, y que existe uno bastante parecido en un altar de la nave de la epístola de la Catedral de Jerez. Esta representación del rostro de Cristo no es la única que se conserva en la Ermita, ya que entre las alhajas de la Virgen se encuentra un pequeño pelícano de plata con un esmalte de la Santa Faz.