
Un año más la llegada del Miércoles de Ceniza, inicio de la santa Cuaresma, trae consigo el color morado a la Ermita de Palomares, no sólo a las vestiduras del sacerdote sino también a la indumentaria de algunas imágenes y al revestimiento de los objetos utilizados en las celebraciones litúrgicas, recordando a los fieles el carácter penitencial de este tiempo. Así, además del manto de la Patrona y el traje del Niño, se ha cambiado la manguilla de la cruz parroquial, el paño del ambón, la cortinilla del sagrario y la tela que cubre la mesa auxiliar; y se ha colocado en el intradós del camarín el crucificado de tamaño académico procedente de la antigua Sala de Sesiones del Ayuntamiento, que durante e año está sobre el púlpito.

La Virgen de Palomares ha sido acertadamente vestida con una antigua saya dorada y los curiosísimos manguillos de perlas doradas, color que realza más el morado de la capa que la cubre.
Algunas im

ágenes procesionales también lucen un aspecto novedoso, caso de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que aparece sin potencias, o el Señor de la Paz en su Entrada en Jerusalén que se cubre con tela azul a modo de capa.