
Si ayer esbozamos la leyenda de San Sebastián, hoy nos centraremos en los datos históricos.
Las pobre y escasas noticias que se poseen de Sebastián se pueden encontrar en el calendario de la Iglesia "Depositio martyyum" que data del año 354, donde se recoge el nombre, el martirio y el lugar de la sepultura.
Los documentos posteriores no agregan nada nuevo y todos suelen hacer referencia a esta primera fuente.
San Ambrogio (finales del s. IV) dice que Sebastián fue originario de Milán aunque no dice que fuese su lugar de nacimiento, y afirma con seguridad que el martirio fue en Roma.
De estas dos primeras fuentes se deduce su nombre (que viene del griego "sebastos", venerable), el martirio, y la sepultura en las catacumbas.
Tampoco hay datos históricos de la profesión, ni de la edad, ni del proceso.
Con exactitud no conocemos ni el año del martirio, que presumiblemente pudo ser entre el 303 y el 305, años en los que Diocleciano promulgó cuatro sucesivos edictos contra los cristianos, ya que en su intentó de reorganizar el imperio también quiso instaurar la unidad religiosa, amenazada por la difusión de cultos orientales y por la expansión del cristianismo.
Por este motivo persiguió a los cristianos con disposiciones como la obligación de sacrificarse y alejarse de los cargos públicos y del ejército. Esta es la causa por la que Sebastián, sin renunciar a su cargo ni a su propia fe, fuera condenado al martirio.
Las pobre y escasas noticias que se poseen de Sebastián se pueden encontrar en el calendario de la Iglesia "Depositio martyyum" que data del año 354, donde se recoge el nombre, el martirio y el lugar de la sepultura.
Los documentos posteriores no agregan nada nuevo y todos suelen hacer referencia a esta primera fuente.
San Ambrogio (finales del s. IV) dice que Sebastián fue originario de Milán aunque no dice que fuese su lugar de nacimiento, y afirma con seguridad que el martirio fue en Roma.
De estas dos primeras fuentes se deduce su nombre (que viene del griego "sebastos", venerable), el martirio, y la sepultura en las catacumbas.
Tampoco hay datos históricos de la profesión, ni de la edad, ni del proceso.
Con exactitud no conocemos ni el año del martirio, que presumiblemente pudo ser entre el 303 y el 305, años en los que Diocleciano promulgó cuatro sucesivos edictos contra los cristianos, ya que en su intentó de reorganizar el imperio también quiso instaurar la unidad religiosa, amenazada por la difusión de cultos orientales y por la expansión del cristianismo.
Por este motivo persiguió a los cristianos con disposiciones como la obligación de sacrificarse y alejarse de los cargos públicos y del ejército. Esta es la causa por la que Sebastián, sin renunciar a su cargo ni a su propia fe, fuera condenado al martirio.