El segundo gran retablo de iconografía palomarista llega a finales de la década de los setenta de manos del ya mencionado Guillermo Barbosa que quiere volver a decorar la base del otro campanario de la localidad donando otro retablo. En esta ocasión elige la representación de la escena de la Aparición. El retablo, dispuesto de forma horizontal, tenía unas medidas de
1´05 x 0´75 mtos aproximadamente. Se desconoce el lugar de ejecución, ya que su desaparición en extrañas circunstancias (una vez que fue desmontado para una obras de la Ermita) imposibilitó la lectura de la firma del taller cerámico, aunque con toda probabilidad también procediese del arrabal trianero.

Para colocar este azulejo también se cegó una ventana que existía donde antaño hubo una puerta, en la misma base de la espadaña. Se completaba con dos faroles de forma de poca calidad. La hermandad cree que las piezas de cerámica de este retablo se encuentran en manos de un particular que aprovechó el momento de las obras de 1991 para suatraerlas de las dependencias donde hoy se encuentra la Casa Hermandad.