Una vez saneado el camarín la Hermandad decide reponer las pinturas que se habían perdido. Se decide comenzar con la pintura de la cúpula; una vez estudiado el boceto y presupuesto, se encarga la tarea al artista local Juan Herrera Cala. En las conversaciones previas se le pidió que representase en la misma el motivo iconográfico que había pintado la Madre Mercedes, la Paloma del Espíritu Santo, aunque como es lógico se le daba al autor la libertad para plasmarlo.
Tras cubrir el baldaquino y montar el andamiaje se llevó a cabo dicha pintura, por un espacio de varios años.
Durante todo este largo periodo se colocó una cortina en el intradós del camarín que hizo de dosel para la imagen de la Virgen donde recibió culto hasta 2002 en que se volvió a situar en su baldaquino del camarín.